viernes, 30 de noviembre de 2007

Por la tarde

Por la tarde despierta

se cruza y se pone a llover.

A tientas me escurre las lágrimas.

Me saca las ramas y me echa a andar.

martes, 6 de noviembre de 2007

Fe

Como es de esperarse, la conocí mucho antes de la última vez que creí haberla olvidado, y bastante después de perder la capacidad de creer. Fue cuando empecé a comprarle vestidos en sus sueños que supe que la iba a nombrar en esta crónica, aunque sea en silencio, aunque sea sin nombre. Relatar nuestro primer encuentro implicaría un cuento diferente, sería imaginar la totalidad de aquél evento; ya que los recuerdos son difusos, y pasado y futuro se entremezclan cuando quiero poner un comienzo a una historia sin principio ni final. Así que dejo que las imágenes corran libres, y ahí viene, contradictoria como todos, a tejerme bufandas en primavera, a deshacer el café, disfrazada de hora cuando sabemos que su esencia es el tiempo. ¿Pero qué es ese artificio de los minutos y los segundos? Nos recordaba a la arbitrariedad de los seres que pensaban que el círculo era la forma perfecta y con esto, perdón, entro en la especulación filosófica que nada tiene que ver con la experiencia de su recuerdo.
Con los corazones exaltados, las circunstancias eran nuestra vida, lo insólito nuestro camino de piedra, el polen nuestro sustento. La realidad apenas se nos insinuaba, a veces sobre un balcón, otras en la punta del codo, pero ciertamente no le dábamos bolilla. Estábamos concentrados en estar enamorados.
Puedo decir que no la extraño, puedo mentir, pero no puedo olvidar, pues ella es memoria, ser, sangre, tierra y fe.